Los elogios son una herramienta muy poderosa para cambiar el comportamiento de los niños y adolescentes, fortalecer la relación entre padres e hijos y mejorar la comunicación.
¿Por qué dar elogios es una buena herramienta?
Los elogios le indican a tu hijo cuáles son los comportamientos que te gustan y los repetirá con más frecuencia a futuro. Los elogios también pueden ayudar a tu hijo a sentirse bien consigo mismo.
¿Qué tipo de elogios funcionan mejor?
Prueba a dar elogios específicos cuando tu hijo(a) no se los espera. Esto le enviará el mensaje de que le estás prestando atención. Por ejemplo, si está jugando tranquilamente en la sala mientras tú le preparas la cena, díle que te gusta cómo está jugando: “Me gusta tanto cuando juegas solito, tranquilo en la sala, mientras yo preparo la cena”.
Darle un abrazo, “chocar cinco” o darle una caricia en la cabeza o en el hombro cuando le das el elogio lo puede hacer aún más poderoso.
¿Por qué elogiar a un niño o adolescente por hacer algo que debería ser su deber?
El elogio ayuda a tus hijos a aprender qué conductas te agradan y qué esperas que ellos hagan de nuevo. Al enseñarles una nueva conducta, elógielos mucho al comienzo y luego, con el tiempo, reduce la frecuencia de los elogios. Es útil considerar los elogios como un recordatorio. Al principio, nuestros hijos necesitan recordatorios constantes sobre las conductas que esperas de ellos, pero con el tiempo serán menos necesarios. Podrías felicitarlos por determinada conducta una vez al día, luego una vez a la semana y espaciarlo aún más, cuando esa conducta se vuelva un hábito. Si, por ejemplo, tu hijo(a) “se olvida” y deja de guardar sus juguetes, podrías hacerle un elogio relacionado con esa conducta para alentarlo(a) a que lo haga de nuevo. Deberías notar que ese comportamiento vuelve a manifestarse después del elogio.